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A los leoneses no les gusta trabajar en equipo. Una cosa es montar nuestro propio negocio, en cuyo caso es hasta posible contar con un algún familiar, y otra trabajar con el vecino para lograr un beneficio mutuo.

Y la comparación, hablando de vecinos, con el odiado “gran vecino del Este” (esa ciudad que nos impide progresar y es culpable de todos nuestros males) suele ser demoledora. Aquí no es ya que las cooperativas, asociaciones y organizaciones nazcan, crezcan, se hagan fuertes y sus acólitos acaben en guerras intestinas que las descompongan. Aquí es que todo sigue ese terrorífico patrón.

Si buscamos dentistas en Valladolid y le preguntamos a un pucelano, seguramente nos recomendará a unos cuantos. Si buscamos un dentista en León y le preguntamos a un leonés seguramente nos recomendará a quién no debemos ir.

Y es que los leoneses somos muy dados a descubrir los defectos de otros leoneses y airearlos a los cuatro costados, sean reales o no. Es nuestra manera de igualar a nuestra sociedad, en la que todo aquello que destaque por arriba debe ser cortado por la guadaña igualadora. Así nos va desde 1230.

Los psicólogos de León tienen un buen campo de trabajo tratando de erradicar los odios viscerales de unos con otros leoneses. Odios radicales, personales y perennes. nuestra capacidad de olvidar es cero y de perdonar o “dejar pasar” inexistente.

Los psicólogos de Valladolid mientras tanto deberán explicarles a sus pacientes por qué se ven beneficiados de abrir mercados aprovechando las guerras internas que aquí suceden.

 

 

Nuestras guerras intestinas

A los leoneses nos gusta criticar, nos gustar pelear (en el bar y de boca, por supuesto) y nos gusta poner a escurrir en grupo al pobrecín que ese día no estaba.Y esto es fácilmente trasladable a la economía, a cómo queremos que nos perciban desde el exterior.

Por ejemplo, intentar alquilar una casa rural en León es toda una odisea, y obviamente no existe una política turística común.

¿Potenciamos El Bierzo, Ponferrada, Astorga o Riaño? ¿Quién se encarga de ello? ¿Por qué una localización u otra?

Al final se promociona lo de siempre: lo que los de fuera quieran, que desde luego no es casi nunca lo que a cualquiera de nosotros o a todos en grupo nos interesaría.

Pero como no beneficia a nadie… pues aunque sea con nuestros impuestos, todos contentos. Aquí no es “mal de muchos consuelo de tontos” aquí es que con que le vaya mal a alguno, es consuelo de los demás.

Y luego entramos en lo local: es mejor no hacer publicidad de un pueblo si la casa que sale en la foto es la del vecino, porque muchas veces (siendo generosos en el calificativo) preferimos que no salga ninguna casa de nuestro pueblo a que salga la del vecino y al final, la casa rural que sale es la del del pueblo de al lado.

Y así con todo. Y así quien se beneficia ya sabemos quién es. Y no es que nuestras casas rurales de desmerezcan, sino que no se busca un prototipo que nos identifique como colectivo ante el mercado y muchas veces podemos pensar que es un tema que se resuelve con abogados.

No se plantea un modelo común que nos identifique interna y externamente, porque nosotros siempre buscaremos la diferencia interna local para conseguir que el individualismo prime.

No hablamos de nuestras casas de piedra frente a otros modelos.

Mientras otros habla de sus garajes de madera, hablan de masías, de barracas o de cortijos aquí tenemos… casas rurales. Mientras otros venden su turismo a nivel internacional aquí vendemos: “Castilla y León es vida” (si pongo esto en clase de lengua en EGB me suspenden por conjugar mal y no tener sentido la “frase”), y si hay que ir a alguna feria de turismo vamos separados con cincuenta patronatos de turismo “porque somos distintos” pero eso sí, dentro del paraguas de la Junta “para evitar diversificar el mensaje”.

A la vista están los resultados.

Y a lo mejor, la razón, se sustenta en que un día te pisaron en un bar un la vaca del vecino comió un poco de hierba de tu prado y buscar un abogado en León se convirtió en lo lógico, habiéndolos en Valladolid. Razón suficiente para odiar eternamente al propietario de la “otra” casa rural y autoconvencerse de que es mejor que no vaya nadie al pueblo que que el otro gane un céntimo “gracias a ti”.

En fin, que hasta en otros territorios se unen para promocionar la depilación estética en Almería mientras aquí, con tal de que el vecino se quede tuerto muchos prefieren quedarse ciegos. Y parafraseando, en el País (Leonés) de los ciegos, el tuerto (Castellano) es y seguirá siendo rey.