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Los leoneses somos personas de férreas costumbres. A todos nos gusta ir a la discoteca y ponernos en el mismo sitio, ir a clase y sentarnos en el mismo pupitre, ir al bar siempre a la misma zona y cuando esas costumbres se ven truncadas por algún otro, especialmente si es extranjero (madrileños o forasteros similares peor) nos sentimos incómodos y gruñimos.

Algunas de esas costumbres dominicales se centran en un recorrido matutino por el Húmedo, de tapa en tapa (antes se iba primero a misa) y por la tarde a tomar un cafetín, por mucho que ahora esté de moda el ir acompañado de un móvil en el que teclear mientras se está sentado.

Obviamente este tipo de rutinas se ven siempre coronadas con dar una vueltina, que generalmente incluye, como no podía ser de otra manera, un paseo Calle Ancha arriba, Calle Ancha abajo.

Y es que a los leoneses, personas como ninguna que les gusta pasar totalmente desapercibidos, las gélidas tardes de invierno -en León el invierno, contrario a lo que pasa en medio mundo comienza cuando a partir de las seis es de noche- los leoneses pasean para saludar y ser saludados.

 

 

Por eso, la ancestral tradición de ponerse la mejor ropa los domingos es secular en el país de los leoneses.

Aquí no se verá a nadie un domingo con vestidos baratos, sino que un leonés que se precie de ser tal lucirá sus mejores galas, y no hablemos ya de si ese leonés es leonesa.

En definitiva, ser leonés no consiste solo en haber nacido en este país, sino que además conlleva una serie de ventajas e inconvenientes derivados de nuestros usos, costumbres y cultura que a veces para bien, a veces para mal, nos hacen ser un pueblo con una identidad propia, diferenciada y perfectamente identificable por un observador externo.

Los leoneses no aparecemos en los resultados de google cuando alguien busca “persona simpática”, pero en general somo gente que respeta ciertas costumbres y desconfía de todo aquello que se mueve, pero también de lo que está quieto, siend esta una de nuestras más reconocibles características.

Entre esas características, cómo actuamos en los días festivos, en los días de diario y en los que no son ni una cosa ni la otra.